domingo, 21 de septiembre de 2014

Carlos J. Aldazábal

 


Eso que fuimos, que seremos


Empiezo por los ravioles:
entonces se hacían los pactos de familia,
los acertijos de mortero
que luego sazonarían las salsas.


La pimienta significaba un estornudo,
y estornudar una plataforma de lanzamiento.


Pero no hace falta llegar a la estratósfera
para saber cuándo empieza otra esperanza,
parecida al ayer pero en futuro.


Es que evoco de nuevo esa molienda,
aquel acto de fe, aquel almuerzo,
cuando los pactos cruzaban Orinocos
                                           ríos de salsa.


Pronto volverás, abuela,
a preparar los ravioles,
moliendo el mismo trigo
                 en el mortero.


Ahí estaré, carne de tus huesos,
cayendo en tobogán al precipicio
donde estarán tus manos para arroparme:


harina entre tus dedos,
satisfecho y feliz de ser servido
en la mesa final donde todo es memoria.



Kandinsky


La cuestión aquí es la despedida:
un pañuelito que se agita despacio
y una acequia por las mejillas.


Toda despedida es un pequeño luto,
como el negro de tu falda
o aquella tarde de domingo a la luz de la lluvia.


Algo de nostalgia también hay:
no por el pasado, sino por el futuro,
camino perdido entre malezas,
profecía que nunca ha de cumplirse.


Luego está la canción,
sea grillo, vals o chacarera,
candombe, acordeón o pajarito:


ruido impertinente que suena en el cerebro
sin que nadie lo llame,
justo cuando el pañuelo se agita
y las acequias desbordan
la lluvia, tu falda y el domingo.


La canción:


línea de fuga a lo Kandinsky
que pretende elaborar sus teorías
trazando una espiral:


punto en expansión por donde escapa el tiempo.  



 

(c) Carlos J. Aldazábal
Buenos Aires
Argentina
(Poemas pertenecientes al libro “Piedra al pecho"  Valparaíso, Granada, 2013 )
 

Carlos J. Aldazábal (Salta, 1974). Publicó los poemarios La soberbia del monje (1996), Por qué queremos ser Quevedo (1999), Nadie enduela su voz como plegaria (2003), El caserío (2007), Heredarás la tierra (2007), El banco está cerrado (2010), Hain, el mundo selknam en poesía e historieta (con ilustraciones de Eleonora Kortsarz, 2012) y Piedra al pecho (2013). Su poesía ha sido reconocida con numerosos premios, incluida en diversas antologías, y traducida parcialmente al inglés y al italiano.

 
     

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